domingo, 3 de enero de 2010

¡Qué mayor soy!

En los últimos días he tenido más tiempo que de costumbre, porque de costumbre no tengo tiempo ni de sentarme en el trono (y no es broma), de visitar las redes sociales. Me he encontrado con muchos antiguos alumnos, y ha sido muy reconfortante la verdad. Muy reconfortante darte cuenta de que te recuerdan la mayoría con cariño, aunque otros seguro que me odiarán eternamente, pero procuro enseñar principalmente, lo de caer bien es cuestión de suerte más bien.
Cuando he visto las fotos de algunos de ellos en la fiesta de nochevieja, todos y todas tan guapos, bien arregladitos me he quedado anonadado, pero sobre todo por lo mayores que son ya. Son ya hombres y mujeres, y no los críos a los que intenté transmitir algo de mi mode ironic on inmensa sabiduría mode ironic off. Pero he de reconocer que me ha sentado muy mal verlos tan guapos y guapas, y es que me han caído de repente muchos años encima. Como diría S.M. D. Juan Carlos, me llena de orgullo y satisfacción ver como progresan aquellos pipiolos/as que un día fueron alumnos míos, pero me ha servido también para darme cuenta de lo mayor que soy, que ellos pasan año tras año por el instituto y siempre tienen la misma edad, pero yo cada curso soy un año más viejo. ¡No crezcais más por favor!.
A lo mejor cualquier día Marina me opera de la próstata, María me diagnostica el cáncer de pulmón que sigo alimentando por desgracia, o mi querida Karen me psicoanaliza con ese acento porteño que tanto me pone, pero por ahora solo siento rabia de su insultante juventud comparada con mi incipiente vejez.