viernes, 24 de octubre de 2008

Carretera y Manta

Hoy es viernes, o como decía el título de aquella película ¡Por fin es viernes!.
Cuando me levanto los viernes siento una mixtura de sentimientos difícil de explicar. Por un lado la alegría de que se termina la rutina semanal del trabajo y que por fin vas a ver a los tuyos. Por otro lado el sufrimiento del viaje de vuelta a casa, que cada semana se hace más pesado, y que cada año se hace más duro, porque cada año, aunque no me quiera dar cuenta soy más viejo.
Para todos los viernes se han convertido en una rutina más; llegas a casa y cuando te ven llegar piensan "ya está papi aquí", pero como algo que ven normal, sin demostrar ninguna emoción particular. Cierto es que aunque yo estoy deseando verlos también, el cansancio descomunal con el que llego no me permite exteriorizar esa emoción que siento cuando los veo.
Luego, ya todo está prefijado de antemano, o casi todo. Jugar un rato en la urbanización, la cena, el partido de los sábados, la compra, los deberes, la plancha, las visitas familiares... hasta las conversaciones te dejan a veces una sensación de "deja vu". Y por desgracia llega el lunes, llega la discusión con mi hija para que se vista de una vez y no se me haga tarde para salir de nuevo a la carretera, llega ese rato de somnolencia que mitigo bajando la ventanilla y fumando un cigarrito, uno más, uno menos, ese sandwich de jamón de york agrio deglutido a traición en cualquier parte del recorrido, esas llamadas a la llegada de rutina para confirmar que he llegado bien... ¿qué pasará el día que no llame?. Rezaremos a S. Cristobal para que me proteja (que ya lo hace bien desde hace tantos años) y a S. Junta de la Trócola para que no se avería más el coche, que no gano para sustos.
Pero bueno... que es viernes, que me voy para casa, para pasar de la rutina de la semana a la del fin de semana. En realidad la rutina es lo que nos gusta, porque si nos paramos a pensar, en el momento que algo nos separa de ella siempre nos invaden sentimientos de stress y ansiedad.

miércoles, 22 de octubre de 2008

¡A las barricadas!

Esta tarde chateaba con mi amiga Karen y me contaba su experiencia en la huelga de estudiantes de hoy contra la reforma de la Selectividad y contra los Planes de Bolonia para reformar los estudios universitarios. Esa charla me recordaba mis tiempos de anti-sistema cuando estudiaba COU y pedíamos más becas y menos armas, cuando luchábamos también en contra de la Selectividad... cuando éramos jóvenes.
Sin querer dar ninguna receta, que tampoco soy el indicado, sí que es cierto que el Sistema Educativo español es vergonzante. Un sistema en el que se premia la incapacidad, tanto del docente como del discente, donde es más importante adaptar los contenidos y el nivel de exigencia para el que no quiere hacer nada que potenciar la excelencia en aquellos alumnos que se esfuerzan por adquirir una formación. No se cuando llegará el día en que se manifiesten los padres de aquellos alumnos que no pueden formarse convenientemente por culpa de aquellos que utilizan la escuela como centro social y de entretenimiento, y sus padres la ven como aparcadero-guardería mientras cumplen los dieciseis años.
A todo esto nuestros queridos europarlamentarios aprueban una reforma universitaria que con toda seguridad va a devolver a la Universidad Española a los tiempos del ahora perseguido dictador; solo estudiarán aquellos a los que su familia pueda pagarles los estudios, o aquellos que se condenen a pagar un crédito por sus estudios durante la mitad de su vida, con lo cual ni pensar en una hipoteca más tarde. Es una genial idea eso del Título de Grado y luego los Masters (económicos por las narices), para completar la formación universitaria.
Las reformas verdaderas deberían venir desde abajo, y ser radicales. Para empezar condenar definitivamente al ostracismo a todos los psicopedagilipollas (término acuñado por el Sr. Pérez Reverte en un artículo) que han llevado a la educación española a niveles tercermundistas. La escuela es un lugar de formación, de adquisición de competencias, de conocimiento de la realidad, del mundo, de interacción social, de búsqueda de la excelencia, y nunca debe ser refugio de gamberros, vagos y funcionarios acomodados.
Luego está el tema de los políticos... cuanto más imbéciles seamos mejor nos controlan y manipulan, así que en el tema educativo, para ellos, cuanto peor pues mejor. ¿Ha corrido a gorrazos alguien al politicastro que en Junio negaba que hubiese crisis y en octubre afirma que nos enfrentamos a la mayor crisis de la historia de la economía?: Lo dicho, están convencidos de que somos idiotas integrales... y a lo mejor es verdad.
La enseñanza debe ser un tema prioritario del Estado, por encima de los colores políticos, es necesario un consenso nacional comparable con el que nos llevó en los años setenta a la democracia. La apuesta tendría que ser fuerte. empezando por la formación del profesorado, que es inexistente en la actualidad, tendría que pasar por la reducción de alumnos por profesor, por la apuesta por una formación profesional de calidad, por la concienciación social de la importancia de la formación de nuestros hijos, premiar la excelencia con becas que faciliten el acceso a aquellos que realmente lo merezcan a las mejores universidades y a los mejores medios, y dejarse de imbecilidades tales como las TIC's, los planes de bilingüismo, la multiculturalidad y demás.
Pufff, menudo rollo me he marcado hoy, y solo he pasado rozando superficialmente la realidad que cada día me rodea. Algún día me pondré a ello con más intensidad.
¡ÁNIMO A LOS ESTUDIANTES QUE LUCHÁIS POR MEJORAR VUESTRA FORMACIÓN!

lunes, 6 de octubre de 2008

Pues me equivoqué

Después de tanto tiempo comiéndome el tarro con las oposiciones, si iba a currar, si no iba a currar, si buscaba trabajo, si no... al final me dan trabajo, pero en Portugal. Un pueblecito pequeño, a pocos kilómetros de la frontera con el vecino ibérico, un paraje encantador... pero para ir de vacaciones unos días, no para vivir en él dos cursos.
El pueblo en cuestión en del medievo, con su castillo encima de un cerrisco y las casas a las faldas del mismo. Las calles son para filmar una de espadachines, los servicios con lo que cuenta de los años cincuenta. Eso sí, tanto el paisaje como el paisanaje encantadores. Solo que yo debo acostumbrarme a vivir a otro ritmo y cambiar mi reloj de urbanita por el canto del gallo mañanero (que desde que veraneé por última vez en la sierra hace veinticinco años no había vuelto a escuchar).
Aquí los críos juegan en la calle (imposible que en esas callejuelas entre coche alguno), las puertas de las casas están abiertas, la gente no corre, camina (cosa por otro lado normal dadas las impresionantes cuestas que adornan la villa) y el cielo está siempre despejado de polución, dejando que el aire puro limpie mis pulmones después de haber inhalado azufre durante cuatro años en Algeciras.
Lo malo, lo de siempre, lejos, lejos, muy lejos de la familia, pero no digo más porque siempre aburro con la misma cantinela.