martes, 11 de noviembre de 2008

¡No al plan de calidad!

Dos años de intentar la Junta de Andalucía meternos el plan de ¿calidad?, dos centros distintos, y dos NO unánimes. Nuestros queridos patrones se empeñan en culparnos a los docentes del fracaso del sistema educativo. Y en parte no les falta razón, porque parte de los docentes están tan asqueados de que se les ninguneé tanto por parte de los alumnos, como de las familias, como de la Administración, que ya les da todo igual. Pero no solo es culpa nuestra. Las razones hay que buscarlas en la raiz del sistema. La sociedad española ha cambiado mucho en los últimos veinte o treinta años, y el sistema educativo no ha sabido afrontar estos cambios e intenta aplicar apósitos impregnados de aloe-vera para calmar la picazón que produce.
Hace treinta años la madre siempre estaba en casa, nos levantaba para ir al cole, nos preparaba el desayuno y nos despedía con un beso. Al regresar a casa estaba en casa con la comida preparada, nos daba un poco de cuartelillo y nos ponía a hacer los deberes. Era la que iba siempre a las reuniones de la escuela, la que acudía a hablar con los maestros cuando era menester. El padre era diferente, era la figura judicial que el día que llevabas las notas las escudriñaba como un juez valora las pruebas antes de dictar sentencia, y vaya si las dictaba, menudos capirotes o castigos caían según el color de las calificaciones. Hoy la madre deja a los niños en el aula matinal, va a la carrera a su trabajo, los recoge en el mejor de los casos del comedor escolar, y tiene tanta tarea en casa, que con dificultad se puede ocupar de si el niño ha estudiado o no. El padre más de lo mismo, es más, no quiere saber en muchos casos si el niño va bien o no, solo que los maestros no tengan tantas vacaciones ni puentes, que me joden a mi el apaño.
Hemos creado una sociedad superprotectora de los hijos, donde todo gira en torno a ellos, pero como en el período de la Ilustración, todo para ellos pero sin ellos. Siempre los ponemos como excusa... compramos una casa grande por ellos, el coche grande para que viajen cómodos, un ordenador potente, por aquello de que para les dure, la ropa de la más cara (no siempre la mejor), clases de informática, inglés, conservatorio, deportes... pero siempre sin ellos. Nunca tenemos un rato para jugar con ellos, hablar de sus pokemon o de sus princesas, de las cosas que verdaderamente a ellos les ocupan y preocupan, y más aún si son adolescentes. No sabemos con quien van o vienen, ni conocemos a las familias de sus amigos, en el mejor de los casos sabemos si es del Barça o el Madrid, pero siempre nos preocupamos mucho por si se drogan, cuando muchos padres están a favor de la legalización de la marihuana, y ejercen activamente.
Y si el niño tiene un problema con alguien, hacemos lo que el descerebrado en Cataluña hace unos días, nos colamos en el instituto y le damos un martillazo en la cabeza al crío que se peleó con el nuestro.
Pasemos más "tiempo de calidad" con nuestros hijos, dialoguemos con ellos de sus cosas, no de las nuestras, colaboremos con el profesorado en la formación de nuestros retoños, controlemos los contenidos de lo que ven en televisión y en internet, fomentemos la socialización en entornos sanos y controlados, invitémosles a pensar y sacar sus propias conclusiones de cualquier situación que se nos presente en la vida cotidiana, hagámosles partícipes de la vida familiar, de lo bueno y de lo malo. En suma, vamos a formar ciudadanos serios, honestos y responsables, y no concursantes de Gran Hermano.
Y al final como siempre me he ido por los cerros de Úbeda, bella ciudad que por cierto me toca visitar este fin de semana.

lunes, 10 de noviembre de 2008

¡A LAS BARRICADAS! 2ª Parte

Cuando esta mañana he llegado al trabajo, me han asaltado varios alumnos alocados diciéndome que el jueves había huelga, y que ellos no pensaban ir a clase por que tal y cual... Al principió pensé que era por el tema de espacio común educativo que han perjiñado en la U.E. en los últimos años, pero no, era por algo mucho más doméstico, y que te hace ver como aún hoy siguen existiendo ciudadanos de primera, de segunda, de tercera, y hasta de regional preferente.
El tema es que en el pueblecito donde ahora me encuentro solo se puede estudiar la enseñanza obligatoria, esto es, hasta cuarto curso de la ESO. Los alumnos que quieren continuar sus estudios, en Bachillerato o FP, tienen que desplazarse a un localidad que dista 12 km. Al no ser una enseñanza obligatoria el transporte corre por cuenta de alumnado, por lo que para muchos alumnos se ha terminado de estudiar. Hablamos de zonas rurales, donde las rentas per cápita son ínfimas comparadas con las de poblaciones mayores, y donde el acceso a servicios primarios como la sanidad o la educación se acercan más a países del mal llamado Tercer Mundo que a un país que aspira en estos días a sentarse con los 20 más poderosos del mundo a negociar como nos van a terminar de arruinar.
Llevan razón, mucha razón al protestar por esta injusta situación, que les pone en inferioridad con respecto a sus compañeros de otras localidades. Luego nuestros queridos políticos llenan sus bocas con la cantinela de que el sistema educativo español está basado en criterios de igualdad de oportunidades... mentira, mentira y mentira. Si queréis que eso sea así deberéis hacer algo más que cacarear en los púlpitos en época de elecciones. Menos defender los derechos de aquellos que no quieren hacer nada y "un poquito de por favor" con los alumnos trabajadores, brillantes y que aspiran en esta vida a algo más que ver Gran Hermano.