Que pena de verdad de nuestros hijos. Esta mañana mi hija estaba viendo Doraemon y va y me pregunta por el significado del vocablo "descampado". Me he quedado de una pieza, porque yo con su edad estaba harto de jugar en muchos de ellos. Pero la pena no es que no sepan lo que significa, sino que nunca hayan visto ninguno. Hoy no quedan descampados en nuestros pueblos y ciudades. Nuestros hijos son totalmente urbanitas que no tienen contacto alguno con la cultura de calle que en nuestra juventud teníamos.
Los de mi quinta, y mucho más como cuenta mi padre en su época, nos criamos y crecimos en la calle; íbamos y volvíamos andando del cole, cuando salíamos del mismo sólo pensábamos en qué descampado tocaba jugar esa tarde. Montábamos en bici sin casco ni rodilleras, jugábamos al fútbol usando como balón cualquier cosa que rodase y como portería un par de piedras (menudas peleas si era alta, o si se había ido fuera), nos caíamos y nos hacíamos heridas y rompíamos huesos (las costras de las rodillas eran tan perpetuas como las nieves del Kilimanjaro), nos peleamos a pedradas si era necesario y ningún padre iba a partirle la cara al padre del otro, merendábamos Nocilla o pan y chocolate. En la época de la Vuelta Ciclista a España (ni sabíamos de la existencia del Tour) todos con las bicis a la calle, cuando la Euro o el Mundial todos a jugar al fútbol, si había baloncesto en la tele cualquier cosa se improvisaba como canasta, en Roland Garros todo el mundo con lo más parecido a una raqueta que tenía a la calle a golpear cualquier cosa por encima de una cuerda. Estaba la época de las chapas, la de trompa, la de las canicas, la de la lima... tantas cosas.
Hoy nuestros pueblos y ciudades han sido invadidos por coches, camiones, autobuses, motos, gruas de construcción, moles de hormigon, nichos en vida para solo dormir, porque pasamos el día fuera muy ocupados. Solo nos queda ir al centro comercial el fin de semana para que "disfruten" viendo tiendas, comiendo chucherias y hamburguesas, y viendo alguna película en alguno de los pocos cines que quedan.... ¡ohhhhhh!, el cine de verano puede ser un buen tema para otro momento.
Tenemos desde luego que plantearnos con muchísima seriedad qué planeta estamos dejando a nuestros hijos, qué modelo de sociedad y de valores van a heredar de nosotros, los niños del baby-boom.